Flora y fauna de Malpica de Tajo


 

La Libélula (Aeshna cyanea)

Etimología de Aeshna cyanea

El nombre genérico Aeshna es un vocablo creado por Fabricius, tal vez confundiéndolo con la palabra griega {aischros, aeschra} que significa "feo, mal parecido". El nombre específico cyanea deriva del latín {cyanus} que significa "azul".

Características

Los machos tienen el cuerpo marcado llamativamente de verde, amarillo y azul. Las bandas antehumerales verdosas muy pronunciadas, junto con el gran triángulo amarillo verdoso del segundo segmento abdominal y las bandas que se juntan en los últimos segmentos, que son azules en los machos y verdes en las hembras, son las características distintivas más destacadas.

Hábitat y etología

Su hábitat natural se encuentra en las cercanías de lagos, charcas, ríos y tierras pantanosas, ya que sus ninfas son acuáticas. Las libélulas no pican a los seres humanos, de hecho son valiosas como depredadores controlando las poblaciones de insectos como los mosquitos. Verdaderas especialistas en el arte de volar, son capaces de atrapar a sus presas en el aire. Sus dos pares de alas actúan por separado, según una estrategia que ha llamado la atención de los estudiosos. Cuando precisan volar lento, el primer par bate un poco antes que el segundo; cuando quieren volar ligero o planear, los dos pares de alas baten al unísono. Justamente las alas permiten clasificarlos en dos grandes grupos. Los anisópteros, que son las libélulas propiamente dichas, tienen el segundo par de alas más estrecho que el primero. En cambio los zigópteros, grupo al que pertenecen los caballitos del diablo, presentan dos pares de alas del mismo anchor. Los caballitos del diablo son de tamaño más pequeño y vuelo más pausado y elegante. Las libélulas indican siempre agua cercana –ríos, lagos, estanques, incluso charcos-, ya que la hembra, tras la cópula, deposita allí sus huevos. Comen insectos voladores, incluso de su misma especie. Algunas familias vuelan en grandes grupos, otras lo hacen en forma individual. Su aspecto en reposo es muy distinto al que adquieren con las alas desplegadas durante el vuelo. En cualquier caso suelen mostrar llamativos reflejos y colores. Se ha descubierto recientemente que las libélulas emplean la ilusión óptica para acechar a otros insectos que invaden su territorio. Se pueden mover de tal forma que se proyectan a sí mismos como un objeto estático mientras atacan con rapidez a sus víctimas. Estos descubrimientos ilustran por primera vez cómo utilizan técnicas complejas de camuflaje durante el ataque aéreo.

Libélula

La libélula posee uno de los vuelos más perfectos (si no el que más) del mundo de los insectos, lo que equivale a decir del reino animal. Si la más diestra de las rapaces parece un novato con “L” al comparar su vuelo con el de una simple mosca, esa misma mosca frente a la libélula es algo así como usted o yo compitiendo en una carrera de coches frente a Carlos Sainz. No hay nada que la libélula no sea capaz de hacer volando: puede desplazarse decenas de kilómetros en un santiamén, parar casi en seco y permanecer estática el tiempo que desee, subir y bajar en una vertical perfecta y, por si esto fuera poco, volar hacia atrás. Además, sus ojos juntos y situados en lo alto de la cabeza, con más de 30.000 facetas cada uno, le da una visión panorámica total que ya quisiera para sí la cabina elevada y semiesférica de un F16. Vuelan tan bien, que sólo saben volar, siendo incapaces de andar, como hacen muchas especies de insectos voladores.

Para llegar a ser el primero de la clase, las libélulas —como el resto de insectos— pasa su metamorfosis; un camino que comienza en la fase de huevo y termina un año después como insecto adulto. Durante su época larvaria, libélulas y caballitos viven en el agua de estanques y charcas, respirando por branquias, como los peces. Ambos, larva e insecto adulto, se alimentan de lo mismo: la libélula larva de larvas de mosca y mosquito, y la libélula adulta de moscas y mosquitos adultos. Esa dieta y, sobre todo, la voracidad con que las larvas se emplean contra sus similares de mosca y mosquito, son el mejor control de las poblaciones de estos dípteros. Lamentablemente, las campañas de fumigación de charcas y lagunas emprendidas por muchos ayuntamientos terminan, es cierto, con la plaga inicial de mosquitos, pero también perecen las larvas de libélula. A la primavera siguiente, moscas y mosquitos han vuelto a las andadas, con varias generaciones en un corto período, mientras que la libélula, que precisa un año para alcanzar la madurez, no puede regenerarse con tal velocidad. El resultado es que, al no existir ya el control de las libélulas, las plagas de mosquitos van siendo cada vez más virulentas, obligando a realizar fumigaciones a cada temporada. Eso trae consigo en un período más o menos largo la muerte de la charca, un ecosistema de gran valor biológico. De todas las libélulas descritas por la entomología moderna, se cree que un alto porcentaje ya se ha extinguido.

Libélulas y caballitos no son lo mismo, ni mucho menos. Aunque pertenecen al mismo orden (Odonatos), y su aspecto es similar, hay notables diferencias que permiten distinguirlos si se quedan un rato quietos (algo no siempre fácil). Las alas de los caballitos (dos a cada lado) son practicamente iguales, mientras que las libélulas tienen las posteriores algo más anchas. Cuando están posadas, el caballito tiene las alas juntas o ligeramente separadas mientras que la libélula las despliega por completo. Los ojos, grandes y facetados en ambos subgéneros, están situados a ambos lados de la cabeza en los caballitos, mientras que en las libélulas están juntos sobre la cabeza. Esta característica hace que las libélulas verdaderas tengan una extraordinaria visión en un ángulo de 360º. De manera que si había pensado en acercarse por detrás para darle un susto a alguna, olvídalo.